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jueves, 20 de septiembre de 2007

Murió Sentido Común.

Hoy lloramos la muerte de un querido amigo: Sentido Común, que ha estado entre nosotros durante muchos años. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos años tenía, puesto que los datos sobre su nacimiento hace mucho que se han perdido en los vericuetos de la burocracia.
Será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como que "hay que trabajar para poder tener un techo propio sobre la cabeza", "que se necesita leer todos los días un poco", "saber por qué los pájaros que madrugan consiguen lombrices", y también por reconocer la validez de frases tales como "la vida no siempre es justa", y "tal vez haya sido yo el culpable".
Sentido Común vivió bajo simples y eficaces consignas ("no gastes más de lo que ganas") y estrategias parentales confiables ("los adultos, no los niños, están a cargo").
Su salud comenzó a deteriorarse rápidamente cuando se aplicaron reglas bien intencionadas pero ineficaces: informes respecto de un niño de seis años acusado de abuso sexual por haber dado un beso a una compañera de clase; adolescentes que debieron irse a otro colegio por haber denunciado a un compañero distribuidor de droga, y una maestra despedida por reprender a un alumno indisciplinado, sólo hicieron que empeorara su condición.
Sentido Común perdió terreno cuando los padres atacaron a los maestros sólo por hacer el trabajo en el que ellos fracasaron: disciplinar a sus ingobernables hijos. Declinó aún más cuando las escuelas debieron requerir un permiso de los padres para administrar una aspirina, poner protector solar o colocar una curita a un alumno -aunque eso sí, no podían informar a los padres si una alumna estaba embarazada y quería abortar.
Sentido Común perdió el deseo de vivir cuando los Diez Mandamientos se convirtieron en material risible, algunas iglesias en negocios y los criminales empezaron a recibir mejor trato que sus víctimas. Para Sentido Común fue un duro golpe que uno ya no pueda defenderse de un ladrón en su propia casa, pero que el ladrón pueda demandarnos por agresión; y que si un policía mata a un ladrón, incluso si éste estaba armado, sea inmediatamente investigado por exceso de defensa, cuando no acusado de gatillo fácil.
La muerte de Sentido Común fue precedida por la de sus padres: Verdad y Confianza, la de su esposa Discreción, la de su hija Responsabilidad y la de su hijo Raciocinio. Lo sobreviven sus tres hermanastros: Conozco Mis Derechos, Otro Tiene la Culpa, y Soy Una Víctima de la Sociedad. No hubo mucha gente en su funeral, porque muy pocos se enteraron de que se había ido.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

La rana y el escorpión

Cuenta un relato popular africano que en las orillas del río Níger, vivía una rana muy generosa.
Cuando llegaba la época de las lluvias ella ayudaba a todos los animales que se encontraban en problemas ante la crecida del río.
Cruzaba sobre su espalda a los ratones, e incluso a alguna nutritiva mosca a la que se le mojaban las alas impidiéndole volar. Pues su generosidad y nobleza no le permitían aprovecharse de ellas en circunstancias tan desiguales.
También vivía por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana:
- "Deseo atravesar el río, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda"
La rana, que había aprendido mucho durante su larga vida llena de privaciones y desencantos, respondió enseguida:
- "¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si te subo a mi espalda, me inyectarás un veneno letal y moriré!"
El inteligente escorpión le dijo:
- "No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado"
La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y comenzaron la travesía del río Níger.
Todo iba bien. La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda.
Llegaron a mitad del río. Atrás había quedado una orilla. Frente a ellos se divisaba la orilla a la que debían llegar. La rana, hábilmente sorteó un remolino...
Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló. Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión:
- "¡Lo sabía!. Pero... ¿Por qué lo has hecho?"
El escorpión respondió:
- "No puedo evitarlo. Es mi naturaleza"
Y juntos desaparecieron en medio del remolino mientras se ahogaban en las profundas aguas del río Níger.

martes, 18 de septiembre de 2007

Las Cinco Vocales

La famosa escritora española Lucía Echevarría, ganadora del Premio Planeta, dijo en una entrevista, que "murciélago" era la única palabra en el idioma español-castellano que contenía las 5 vocales. Un lector, José Fernando Blanco Sánchez, envió la siguiente carta al periódico ABC, para ampliar su conocimiento.

"Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que 'murciélago' es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco vocales... Mi estimada señora, piense un poco y controle su 'euforia'. Un 'arquitecto' 'escuálido', llamado 'Aurelio' o 'Eulalio', dice que lo más 'auténtico' es tener un 'abuelito' que lleve un traje 'reticulado' y siga el 'arquetipo' de aquel viejo 'reumático' y 'repudiado' , que 'consiguiera' en su tiempo, ser 'esquilado' por un 'comunicante' , que cometió 'adulterio' con una 'encubridora' cerca del 'estanquillo'.
Señora escritora, si el 'peliagudo' 'enunciado' de la 'ecuación' la deja ' irresoluta', olvide su 'menstruación' y piense de modo 'jerárquico'. No se atragante con esta 'perturbación', que no va con su 'milonguera' y 'meticulosa' 'educación'. Y repita conmigo, como diría Cantinflas:
¡Lo que es la falta de ignorancia!"

Enviado Por María Sacramento Tornero

jueves, 13 de septiembre de 2007


Hoy es el día del programador y aunque se que los blogs los miran solo los que lo hacen, me gusta publicarlo. Un saludo para todos los que programan y espero me hagan regalos todos los que no programa.
Imagen: www.diadelprogramador.com.ar

miércoles, 25 de julio de 2007

¿En qué quedamos?

20/07/2007:
Savino: "Sería una locura desprendernos de Ledesma"
El presidente de San Lorenzo se mostró en total desacuerdo con la ida del volante central, que fue figura en el torneo pasado. "Hicimos un sacrifico muy importante para traerlo", remarcó el máximo dirigente del club de Boedo. El Olympiakos de Grecia se mostró interesado en contratar al Lobo.

23/07/2007:
San Lorenzo: Cristian Ledesma fue transferido al Olympiakos
El volante firmará un contrato por tres años con el equipo griego, que abonará us$ 1.700.000 por su pase. Al club de Boedo le quedarán alrededor de us$ 1.200.000.

De Clarín.com

viernes, 13 de julio de 2007

Almácigo

¡Qué país, qué país...!
No me explico por qué nos despelotamos tanto... ¡si somos multimillonarios!
Usted va, tira un granito de maíz y ¡plaf!, le crecen diez hectáreas.
Siembra una semillita de trigo y ¡ñácate!, una cosecha que hay que tirar la mitad al río, por que no tenemos adónde metérnosla.
Compra una vaquita, la deja sola y al año se le formó un harén de vacas, créame...
Lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT...
Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un hijo de puta que sembró un almácigo de boludos, o un boludo que sembró un almácigo de hijos de puta...

de Jorge Schussheim (http://www.dospotencias.com.ar/degeneraciones/musica.htm)

jueves, 12 de julio de 2007

Internacionalización de la Amazonia


Esto es excelente. Lamentablemente acá en Argentina, los políticos no solo venden la Patagonia, sino que si les preguntás te dicen: "Si, la vendí yo, ¿y?".

Durante un debate en una universidad estadounidense, el ex-gobernador del Distrito Federal y actual ministro de Educación del Gobierno del Presidente Luis Inácio Lula da Silva, Cristovão Buarque, fue interrogado sobre qué pensaba de la internacionalización de la Amazonia, una tesis sostenida por los círculos de poder de Washington. Un joven estadounidense introdujo la pregunta diciendo que esperaba la respuesta de un humanista y no la de un brasileño. Esta fue la respuesta del Sr. Cristovão Buarque:

«De hecho, como brasileño yo simplemente hablaría contra la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no tengan el debido cuidado con este patrimonio, el mismo es nuestro.
Como humanista, sabiendo del riesgo de degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás que tiene importancia para la Humanidad. Si la Amazonia, del punto de vista de una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero.
El petróleo es tan importante para el bienestar de la Humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas se sienten en el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.

De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado.
Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, ella no puede ser quemada por la voluntad de un propietario, o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales. No podemos dejar que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en medio de la especulación.

Antes que la Amazonia me gustaría ver la internacionalización de todos los grandes museos del mundo.
El Louvre no debe pertenecer apenas a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las más bellas piezas producidas por el genio umano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el gusto de un propietario o de un país. No hace mucho, un millonario japonés, decidió enterrar su cuerpo con un cuadro de un gran maestro. Antes que eso, aquel cuadro debería haber sido internacionalizado.

Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Forum del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para asistir por restricciones en la frontera de los EE.UU. Por eso yo pienso que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhattan debería pertenecer a toda la Humanidad. También París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia, Recife... Cada ciudad del mundo, con su belleza específica, su historia, debería pertenecer al mundo entero. Si los EE.UU. quieren internacionalizar la Amazonia, por el riesgo de dejarla en las manos de brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares de los EE.UU.
Ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción millares de veces mayor que las lamentables quemazones hechas en las florestas del Brasil.

En los debates los actuales candidatos a la presidencia de los EE.UU. han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo como canje de la deuda. Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del Mundo tenga posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos —no importando el país donde nacen— como patrimonio que merece cuidarse en el mundo entero. Aún más de lo que merece la Amazonia.
Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como un patrimonio de la Humanidad, ellos no dejarán que trabajen cuando deberían estudiar, que mueran cuando deberían vivir. Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo. Pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia sea nuestra... ¡Sólo nuestra!».

APARECIDO EN EL NEW YORK TIMES, EL WASHINGTON POST Y EN LOS MAYORES PERIÓDICOS DE EUROPA Y JAPÓN EL 02-03-2004

extraído en http://www.organizacionislam.org.ar/noticias/amazonia.htm

lunes, 25 de junio de 2007

Seis seguros


Lo único queme rompe las bolas es que ahora nos van a asignar un clásico con estos muertos.

jueves, 14 de junio de 2007

Como la vida misma


Publicado en "www.deboedovengo.com" por Enzo Maqueira.

Uno puede ser de la ribera y ganar todo, sin dejar de recordar con melancolía los tiempos viejos cuando aquello era un club de fútbol y no una máquina de hacer millones. Uno puede ser del equipo que dio todas las vueltas y que, seguramente, la volverá a dar una y cien veces más, aunque hoy sea una sombra de lo que alguna vez fue. También puede uno ser hincha de un rojo club que perdió su reino, pero no su estirpe de campeón de paladar fino. O alentar los colores de aquel equipo que se hizo empresa y supo afrontar todas sus desgracias con el obstinado fervor de los que jamás pierden las esperanzas.

Pero uno tiene que ser de San Lorenzo si quiere saber cómo se siente estar vivo. Y no hay otra posibilidad de entenderlo, sino es viendo cómo se desgarra el tablón de una vieja cancha que todavía resuena en las calles de Boedo; o cómo se cae un grupo de hombres y queda aplastado bajo el peso de las malas dirigencias, de los técnicos de paso, de los jugadores que hacen las valijas apenas apoyan el primer botín. Porque así como llega la mala y viene toda junta, siempre soplan vientos de cambio y entonces uno tiene un cabezazo en Rosario y una vuelta esperada por 21 años; siempre aparece un ingeniero que construya una máquina capaz de subir las escaleras al cielo, con un tendal de victorias y juego bonito; siempre hay una tarde de 1993 y un estadio que se levanta en lo que alguna vez fue una laguna muerta. Y siempre hay un tiempo para un equipo triste que cae en desgracia y tiene la fe para levantarse de su noche más oscura y llenarla del brillo de un nuevo campeón.

Hay que ser de San Lorenzo para entender lo que es la vida; para entender que no se sufre siempre, pero tampoco siempre se logra ganar. Que todo cuesta el doble. Que el trabajo es el único camino posible. Que la fe es lo último que se pierde y que los milagros existen, aunque nadie sepa bien cómo, ni por obra de quién. Y que las malas son muchas más que las buenas. Y que las buenas llegan tarde o temprano y son un estallido de bronca, de euforia, de un llanto adelantado por todas las que habrán de venir. Por eso no queda más remedio que subirse al tren, abrir bien grandes los ojos, dejar los brazos abiertos y esperar que otra vez sople esa brisa distante que se convierte en ciclón. Porque San Lorenzo es el mejor antídoto contra la muerte.
Como la vida misma.

martes, 12 de junio de 2007

La viveza, entre la inteligencia y la estupidez

De Marco Denevi.
Publicado en La Nación, 23 de octubre de 1987


Frente a un problema concreto, la reacción mental del hombre inteligente es dinámica: buscará el camino de la solución, a menudo a través de exploraciones, de asedios desde distintos flancos, de razonamientos abandonados en un punto y recomenzados en otro, hasta encontrar la salida. En latín, salida se dice exítus, que los ingleses tradujeron por exit. La inteligencia conduce al éxito.

Ese mismo idioma, madre del nuestro, cuyo estudio hoy les parece superfluo a algunas autoridades universitarias, tiene un verbo, stupere, que significa quedarse quieto, inmóvil, paralizado y, en sentido traslaticio, mentalmente detenido como delante de un cartel que dijera stop.

De ahí deriva la palabra estúpido: hombre que permanece entrampado por un problema sin atinar con la salida, aunque a veces adopte la agitación convulsa de una mariposa encandilada por una luz muy fuerte o los movimientos desesperados de un animal dentro de la jaula. Hablo siempre de lo que ocurre en la mente. Las dos únicas reacciones del estúpido serán o la resignación o la violencia, dos falsas salidas, dos fracasos.

Salvo casos patológicos, todos somos inteligentes respecto de un tipo de problemas y estúpidos respecto de otro tipo de problemas. Pero nuestra inteligencia y nuestra estupidez no dependen de nuestra moral. Hay inteligentes moralmente canallas y hay estúpidos moralmente intachables. Cuánto la inteligencia y la estupidez le deben a los genes y cuánto a la educación (digamos, a la gimnasia) es un asunto que dejaré de lado para que no me usurpe todo el espacio del que dispongo.

Pero no querría pasar por alto un dato: sin el auxilio del intelecto, esto es, de la capacidad para el análisis crítico del problema, y sin la posesión de conocimientos relacionados con ese problema y adquiridos por experiencia propia o por revelación ajena, la pura inteligencia no llegaría muy lejos en el camino del éxito. La estupidez, por más que acumule conocimientos, no sabe qué hacer con ellos. Y no es raro que un intelectual, ducho en el análisis crítico, sea incapaz de hallar soluciones.

Sabiduría

El desarrollo, en un mismo individuo, de la inteligencia, del intelecto y de los conocimientos bien puede llamarse sabiduría, si no en la acepción teísta que le dan las Escrituras, por lo menos como tributo humano susceptible de adquisición y de pérdida. Pero aunque no haya sabios in omni re scibile, y hasta Leonardo da Vinci falle en sus experimentaciones con los óleos y pigmentos de sus cuadros y Albert Einstein no acierte a ubicar el hotel donde se aloja, ambos merecen el título de sabios no menos que Plinio el Viejo, muerto, sin embargo, según Suetonio, a causa de una estúpida temeridad.

Con alguna frecuencia la realidad nos pone, de momento, mentalmente paralíticos. Es cuando decimos que estamos estupefactos, lo cual significa "estar hechos unos estúpidos". La inteligencia, si la tenemos, vendrá a rescatarnos de esa pasajera estupidez que, por no ser insalvable, se llama estupefacción. A propósito: alguna vez Solyenitzin escribió que la televisión nos sume en largos intervalos mentales de inmóvil estupor. ¿Dispondremos de la suficiente inteligencia como para no ser dañados por los poderes estupefacientes de la hogareña y diaria televisión?
Situada a mitad de camino, entre la inteligencia y la estupidez, la viveza comparte, con la inteligencia, el dinamismo mental y, con la estupidez, la incapacidad para encontrar la solución de un problema. Se mueve, pero no en la dirección de la salida. ¿Hacia dónde se dirige? Ese es su secreto, la fórmula que le permite ponerse a resguardo de la humillación y del desprestigio que sufre la estupidez.

La viveza, creo yo, es la habilidad mental para manejar los efectos de un problema sin resolver el problema. El hombre dotado de viveza, el vivo, no ejercita la inteligencia sino un sucedáneo de la inteligencia, apto para entenderse con las consecuencias prácticas del problema, pero no con el problema mismo.
Dicho de otro modo, el vivo se mueve mentalmente en procura de cómo eludir los efectos del problema, de cómo (en la mejor de las hipótesis) volverlos beneficiosos para él o (en la peor) de cómo desviarlos en perjuicio de un tercero. La viveza, pues, necesariamente se conecta con la moral. Sin el concurso del egoísmo no se puede ser vivo. Y para echarle el fardo al prójimo sin que éste se resista es imprescindible cierto grado de inescrupulosidad y hace falta practicar algún género de fraude siquiera verbal.

Observado durante un corto plazo, el vivo da la impresión de haber obtenido éxito, de ser inteligente: se desplaza entre los problemas sin padecer las consecuencias o, mejor aún, sacándoles provecho. Como el flujo de los efectos no se interrumpe, el vivo no puede entregarse a los ocios y recesos de la viveza. De ahí que se lo suela calificar de "despierto". Aparenta una brillantez mental que engaña a las miradas superficiales. El inteligente, cuando está armando sus estrategias para atacar un problema, parece amodorrado y, en comparación con el vivo, un poco estúpido.

Cuanto más complejo sea el problema, más exigirá del inteligente paciencia y esfuerzo, más lo someterá al silencioso y tedioso análisis crítico y al constante repaso de los conocimientos. La viveza no puede permitirse esas demoras. Los efectos prácticos del problema no esperan mucho tiempo para hacerse sentir. De modo que el vivo está obligado a la rapidez y, consecuentemente, a la improvisación de sus métodos por lo general empíricos. Otra vez el inteligente, comparado con el vivo, parecerá lento y hasta torpe.

Si los efectos del problema, por su magnitud o por su complejidad, sobrepasan las posibilidades de la viveza para eludirlos, para aprovecharlos o para torcerlos hacia un costado, el vivo, por fin acorralado como un estúpido, no sucumbe ni a la resignación ni a la violencia, no confesará jamás su fracaso, no devolverá las armas que esconde en su mente: buscará algún chivo emisario a quien cargarle la culpa.

En todas las sociedades conviven los inteligentes, los estúpidos y los vivos según proporciones distintas para cada una de ellas. Para Borges no había ningún italiano ni ningún judío estúpidos. Exageraba, sin duda.

Pero ahora imaginemos (imaginemos, digo) un país ficticio donde, por razones genéticas o por razones históricas, los vivos estén en mayoría. Esbozaré la novela de lo que podría ocurrir en ese país imaginario.

Puesto que son mayoría, unos vivos ocupan el gobierno. Y otros vivos los eligen. Los vivos que los eligen, y por supuesto los estúpidos, incapaces de solucionar los problemas del país, los transferirán a los elegidos. Y los elegidos, como vivos que son, se dedicarán a lo suyo: ponerse a salvo de los efectos de los problemas, sacarles provecho o desviarlos hacia los demás, así sean vivos, estúpidos o inteligentes.

Durante un tiempo los estúpidos parpadearán de catatonia mental, los inteligentes se sentirán marginados y los vivos tratarán de imitar la viveza de los gobernantes. Mientras tanto, los problemas, sin resolver, se acumulan, se multiplican, se superponen.

Stop

Hasta que, fatal, llega el día en que los problemas forman una pared compacta con un cartel que dice stop. Y ahí la sociedad se detiene. Entonces los estúpidos, si no se resignan, se vuelven violentos. Los inteligentes toman su valija y huyen. Y los vivos corren de un efecto a otro efecto vendando aquí, remendando allá, emparchando más allá. Dejan los bofes en ese desesperado ir y venir por entre el caos de los efectos sin control. Y para disimular su impotencia recurren a los fantasmas de los chivos expiatorios y a un lenguaje esquizofrénico que, disociado de la realidad, seguirá pronunciando el discurso con que alguna vez embaucaron a la estupidez.

Estúpidos de brazos cruzados o de brazos armados, inteligentes en fuga, vivos parlanchines y desesperados: tal sería la imagen de ese país ficticio caído al pie del ominoso stop. Para él no habría sino una salvación, un grito de guerra: ¡La inteligencia al poder! Salvo que todos los inteligentes hayan huido, hipótesis que no parece verosímil, la novela podría tener un final feliz.
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